Cuento de mago oz

El Mago de Oz

Érase una vez, en una granja en Kansas, vivía una niña llamada Dorothy con su tía Em y su tío Henry. Un día, un terrible tornado azotó la granja y, antes de que Dorothy pudiera refugiarse en el sótano, el viento se la llevó junto con su perrito Totó y la casa.

Cuando el tornado se calmó, Dorothy y Totó encontraron que la casa había aterrizado en un lugar mágico llamado Oz. Allí, fueron recibidos por los Munchkins y la Bruja Buena del Norte, quienes les agradecieron por haber derrotado a la malvada Bruja del Este, cuya casa había caído sobre ella.

Dorothy quería regresar a casa, así que la Bruja Buena le dio unos zapatos plateados mágicos y le dijo que siguiera el Camino de Ladrillos Amarillos hasta la Ciudad Esmeralda, donde el poderoso Mago de Oz podría ayudarla a volver a Kansas.

En su camino, Dorothy conoció a tres amigos muy especiales: el Espantapájaros, que deseaba tener un cerebro; el Hombre de Hojalata, que anhelaba tener un corazón; y el León Cobarde, que buscaba valor. Juntos, decidieron acompañar a Dorothy para que el Mago de Oz también pudiera ayudarlos.

Después de enfrentar muchos desafíos y aventuras, finalmente llegaron a la Ciudad Esmeralda. Fueron recibidos por el Mago de Oz, quien se presentó como una figura impresionante, pero les dijo que primero debían derrotar a la malvada Bruja del Oeste.

Determinado a cumplir con la tarea, el grupo se dirigió al castillo de la Bruja del Oeste. Después de muchas dificultades, lograron derrotarla cuando Dorothy accidentalmente la mojó con agua, lo que hizo que la bruja se derritiera.

Regresaron a la Ciudad Esmeralda, donde descubrieron que el Mago de Oz no era realmente un mago poderoso, sino un hombre común llamado Oscar, que había llegado a Oz en un globo aerostático. Aunque no tenía poderes mágicos, Oscar ayudó a los amigos a darse cuenta de que ya tenían lo que deseaban: el Espantapájaros era inteligente, el Hombre de Hojalata tenía un gran corazón y el León era valiente.

Oscar construyó un globo aerostático para llevar a Dorothy de vuelta a casa, pero un accidente hizo que el globo partiera sin ella. Afortunadamente, la Bruja Buena del Norte apareció y le explicó que siempre había tenido el poder de regresar a casa con los zapatos plateados mágicos. Todo lo que tenía que hacer era chocar los talones tres veces y decir: "No hay lugar como el hogar."

Dorothy siguió las instrucciones y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontró de vuelta en Kansas con Totó, rodeada de su familia. Aunque sus aventuras en Oz parecían un sueño, Dorothy nunca olvidó a sus amigos y las lecciones que había aprendido.

— Cuento adaptado