Cuento de las dos vasijas

Las Dos Vasijas

Érase una vez, en un pequeño pueblo, vivía un aguador que cada día llevaba agua a su casa utilizando dos grandes vasijas colgadas a los extremos de un palo que llevaba sobre los hombros.

Una de las vasijas tenía una grieta, mientras que la otra era perfecta y siempre llevaba toda el agua al final del largo camino desde el río hasta la casa del aguador. La vasija rota, en cambio, llegaba solo con la mitad del agua.

Durante dos años completos esto sucedió diariamente. La vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba avergonzada de su imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de lo que se suponía que debía hacer.

Después de dos años de lo que ella percibía como un fracaso total, un día, junto al río, la vasija agrietada habló con el aguador: "Estoy avergonzada de mí misma y quiero pedirte disculpas."

"¿Por qué?" preguntó el aguador. "¿De qué estás avergonzada?"

"Durante estos dos años, solo he podido entregar la mitad de mi carga porque esta grieta en mi lado hace que el agua se filtre todo el camino de vuelta a tu casa. Debido a mis defectos, no obtienes el valor completo de tu esfuerzo," dijo la vasija.

El aguador, sintiendo compasión, respondió: "Mientras regresamos a casa, quiero que notes las hermosas flores a lo largo del camino."

En efecto, mientras subían la colina, la vieja vasija agrietada notó hermosas flores a lo largo del camino, pero aún así se sentía apenada porque al final, solo llegaba la mitad del agua. El aguador le dijo: "¿Te diste cuenta de que solo hay flores en tu lado del camino? Siempre he sabido de tu grieta y planté semillas de flores en tu lado del camino. Cada día las has regado, y durante dos años he podido recoger estas hermosas flores para decorar la mesa. Sin ti siendo exactamente como eres, no hubiera sido posible crear esta belleza."

La fábula de "Las Dos Vasijas" nos enseña que cada uno de nosotros tiene sus propias debilidades y defectos. Pero estos defectos y debilidades pueden ser nuestra fortaleza y crear algo hermoso. Aceptemos y valoremos nuestras imperfecciones, pues forman parte de lo que somos y nos hacen únicos.

Desde ese día, la vasija agrietada se sintió orgullosa de sí misma y de su contribución al embellecimiento del camino.

— Fábula adaptada